AZAHARES
(Basada en Bodas de sangre de Federico García Lorca)
Adaptación: Juan Alberto Alejos
Dirección: Lisha Montaño Weaver
Hay que aplaudir el coraje para retomar una de las obras de Lorca puesto que entrañan una enorme dificultad e incomprensión. Bodas de Sangre ha sido una de esas que huye de las definiciones; la mezcla de elementos populares y trágicos, de planos que van de lo coloquial a lo onírico, de personajes alegóricos, colectivos y genéricos forman parte de su complejidad. A ello debe sumarse la fuerza del carácter andaluz y la tradición de una cultura que, aunque forma parte de la nuestra, no es exclusiva de nuestra condición e identidad. Por lo tanto, hacer una adaptación de la misma, es un trabajo arduo que también hay que aplaudir. Sin embargo, tanto la adaptación como la dirección parecen haber otorgado preeminencia a ese mítico tercer acto en el que el mundo real desaparece.
Si bien el público puede identificarse en escenas anteriores con el orgullo y lo parlanchín de algunos personajes como la madre, la tía y la criada, la puesta en escena muestra un desequilibrio; los actores guardan sus mejores cartas para el verso, la lucha, la pasión y la muerte, de tal forma que las escenas anteriores parecen más un ejercicio para generar la tensión dramática -colocando a los actores en la emoción precisa- y no necesariamente una actuación orgánica en la que el deseo y la pasión de los personajes se acumula paulatinamente hasta volverse irrefrenable, implicando entonces el conflicto entre el deber y el querer que se resolverá sólo en el cumplimiento fatal.
Conociendo la trayectoria de los actores principales, ese es un detalle que no costará trabajo mejorar aunque hay que tomar en cuenta que la fuerza poética de la venganza, el cumplimiento del sino y las imágenes propuestas por Weaver, son mucho más eficaces en esas últimas escenas. El desequilibro antes descrito entorpece el ritmo creciente y el flujo de la actuación a pesar de que la adaptación ha creado un texto sintético. La puesta, cobijada en el espacio de un hotel boutique cuenta con una arquitectura que da buen encuadre y atmósfera a la obra, promueve la difusión del teatro en otros sectores y atrae a un público diverso. Esas ventajas no deben perderse con la desorganización en reservaciones o incertidumbre respecto al asiento que se debe ocupar, ni con la impuntualidad o retraso extremo para comenzar la obra. No hay que olvidarse que el teatro no es sólo una experiencia estética sino cultural a lo cual también debe prestarse mucha atención.
Por Thelma Ramirez Cuervo
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