Reflexión Personal sobre el día Mundial del TEATRO 2020
Autor: Paco Martell
¡Su atención estimados espectadores! Estamos experimentando dificultades técnicas, por lo que nos vemos obligados a realizar un breve intermedio ¡Esta es primera llamada para continuar, primera llamada!
En el marco del día mundial del teatro escribo las siguientes líneas con profundo pesar, como todos sabemos el mundo se encuentra amenazado por la pandemia del COVID-19, por lo que la mayoría de los gobiernos han pedido que se suspendan todas las actividades que generen concurrencia, dentro de las cuales se encuentra el teatro.
Esto es un golpe brutal, para la ya lastimada industria del teatro. Teatros de todo el mundo han suspendido funciones, Broadway, la super industria del teatro en Estados Unidos de Norteamérica, suspendió todas sus actividades durante un mes. En México, el panorama no es más alentador, pequeñas y grandes compañías han suspendido indefinidamente sus actividades artísticas. Dicha decisión fue tomada por que el arte debe ser responsable socialmente, ya que un artista que no trabaja con responsabilidad social no puede llamarse artista. Sin embargo, estimado(a) lector(a) quiero que pienses un momento en todos aquellos que nos dedicamos y vivimos del arte, en las siguientes líneas me permitiré contarte un poco de la vida diaria de un actor o actriz de teatro y porque es que sostengo que esta decisión ha sido una puñalada a la ya lastimada industria del teatro.
Una compañía teatral, trabaja en un proyecto por meses, para llegar a presentar una función. Durante esos meses los miembros de la compañía pasan por cientos de vivencias que los preparan para la función: Los productores de teatro invierten su capital, para crear vestuarios, escenografía, iluminación, música etc. Con la esperanza de que la obra sea lo suficientemente atractiva para el público y que así, pueda recuperar su capital y porque no, en el mejor de los casos, ganar un poco más de lo que invirtió.
Los directores invierten tiempo, dinero y energía, en ser aquel faro que guía a los actores a lograr lo que el dramaturgo escribió en papel. Se llenan de frustración pues saben que sus actores son capaces de lograr lo que les están pidiendo y confía en ellos, muchas veces más que los actores mismos, y sabe que es su misión, romper la cáscara que le impide al actor explotar como debería hacerlo.
Los actores invertimos tiempo, sacrificando fiestas, reuniones de familias, salidas con amigos y otros eventos importantes, por hacer aquello por lo que “nuestro corazón late”, porque estamos convencidos que es a través de los ensayos como se puede pulir una obra. A nivel personal nos cuesta relaciones, lágrimas y dolores físicos ya que nunca estamos exentos de accidentes y malas pasadas (torceduras, cortadas, esguinces etc.) Emocionalmente como actores, nos enfrentamos, con cada personaje, a nuestros propios límites y también a nuestras emociones llevándonos a una alegría indescriptible cuando logramos “sacar” al personaje. Pero para que esta alegría llegue es porque ya nos enfrentamos al enojo y a la frustración porque el personaje no llega al nivel que uno necesita, te contaré un secreto, la mayoría de los actores somos muy autoexigentes y estamos comprometidos con la calidad y sabemos que el teatro es un amante celoso, que no permite distracciones. Pero este amor de los actores va más allá del sacrificio personal, la mayoría de nosotros invertimos mucho dinero en los vestuarios, en el transporte a los ensayos, en la preparación física que cada personaje necesita. Dinero que pocas veces llega a ser recuperado en su totalidad. Pero que lo hacemos con gusto, porque sabemos que aquel segundo antes de que el telón cierre y las luces se apaguen, cuando el publico aplauda todos aquellos sacrificios se harán nada, pues el alma del artista es especialmente sensible a aquel segundo y transforma todos sus sacrificios en un sentimiento, que solo aquellos que han pisado un escenario lo entenderán.
En fin, cientos de personas invertimos nuestro dinero y tiempo por aquello que nos hace latir los corazones y vibrar el alma. Y ahora que se ha tomado la decisión de paralizar toda actividad teatral, muchos de nosotros nos vemos enfrentados a perder una fuente de ingreso económico, al igual que cientos de personas con negocios personales o con sus actividades laborales detenidas.
Pero, sobre todo, nos vimos obligados a dejar de presentarnos frente a un público y recibir ese aplauso, obligados a dejar de emocionarnos con cada llamada previa a comenzar, obligados a dejar de sentir aquel nerviosismo antes de pisar un escenario, forzados a detener la creatividad de improvisación cuando se te ha olvidado el parlamento o cuando sucede algo fuera de lo normal en la función. Obligados a dejar un pedazo de nuestra alma momentáneamente.
Es por eso, por lo que amable lector(a), quiero invitarte que una vez pase esta crisis, acudas al teatro y cuando pagues el boleto sepas que estas pagando por ver un espectáculo que ha llevado tiempo de preparación y sacrificio de cientos de personas involucradas. Pero, sobre todo, que estas a punto de vivir una experiencia mágica que te transformará en alguna área de tu vida, que estas por enfrentarte a un evento artístico, que, como arte, conmoverá tu alma y que una vez que salgas de sala saldrás siendo un ser distinto a aquel que entro a ese recinto tan sagrado y maravilloso llamado TEATRO, así con mayúsculas.
¡Su atención estimados espectadores! Este es un intermedio, y en breve continuaremos…Esta es segunda llamada segunda.
Reflexión Personal sobre el día Mundial del TEATRO 2020
Autor: Paco Martell
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