Día 1.
Un día más, conociendo, experimentando en mi lugar, en mi espacio, en mi mundo, donde la práctica y el aprendizaje llegan como un rayo de luz frente a la pena. Te olvidas de todo, te olvidas del ayer llegando al ahora.
Con el guión en la mano, miró con discreta atención al director para comprender un poco mas de mi desarrollo artístico. Hoy, doy lo mejor de mi, aprecio los movimiento, los gestos, el espacio. Las sensaciones se despiertan con cada grito entonado, es un paso para complementarme, sintiéndome viva frente al mundo.
Después de una larga semana enfrentando tanto a la vida como los problemas cotidianos, llego, tomo mi papel a interpretar y sin pensarlo, empiezo a actuar en Fomarte “El arte de ser humanos”, que es más que un foro escénico y compañía teatral, es una familia, es compañerismo, donde nos apoyamos a pesar de los malos días o malos ratos.
Aprendo y mejoro cada día. Sintiéndome que soy aquel personaje borracho y drogadicto, gritándole a Dios por cada error cometido, o siendo aquella joven llamada Sky para ayudar a Nian a cumplir sus sueños. Todo esto sobre el escenario es liberarme de ese espacio, siendo alguien diferente, sin ser tu mismo, colocándose en el lugar de otra persona, simplemente entendiendo...
Día 2.
Sueño, crezco, busco, practico con mis limitaciones para convertirlas en fortalezas, nadie más lo entiende, pero quiero sentirme vivo y en este lugar es más que suficiente.
Hubo días que tal vez llegue tarde, de malas, cansada, me pesaba subir las escaleras, pero el poder de mi voluntad, hace que pise el escenario, y ahí, escuchó nuevamente esa voz, doy la entonación correcta a cada intención, a cada oración, en ese momento, olvidó completamente todo, llegando aquel paraíso donde en vez de tristeza y dolor llega la calma, la tranquilidad, desarrollando al máximo mi potencial para darle vida a un personaje.
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