El Día Internacional de la Mujer ha pasado, pero los ecos y movimientos que se han generado en este 2020 en torno a las problemáticas sociales que aquejan al sexo femenino siguen vigentes todo el año. Marchas, mítines, reuniones y acciones sociales por parte de las mujeres se dejan sentir en todos los estados de la República Mexicana, todo esto para exigir justicia, seguridad y apoyo de parte del gobierno a problemas como el secuestro, la violencia y la muerte.
Es verdad que movimientos como estos están en el ojo de los medios de comunicación
y no es para menos, ya que ahí está la noticia de la cual se nutren los comentaristas; son el tema de conversación en la oficina y a la hora de la comida.
Pero debemos recordar que mujeres dispuestas a hacer algo, a cambiar lo establecido, siempre han existido. No sólo en la política o en los medios, también en el arte. Muchas son las mujeres que hoy por hoy dentro del ambiente artístico toman las riendas de su trabajo y forman colectivos y grupos para evidenciar a través de la fotografía, la danza o el teatro los temas que son de su interés.
Cierto es que muchas obras actuadas por mujeres reflejan el maltrato o los feminicidios y en este mundo plagado de los gritos y llantos de miles de mujeres, de las historias desgarradoras, creo se nos olvida ahora decir qué estamos haciendo, además de todo lo anterior, para que no suceda.
Yo considero que todo aquello que no hable de violencia, de lo malo, de lo destructivo de nuestra sociedad también contribuye a re-estructurar el tejido social que hemos perdido. Historias sencillas, cuentos que enaltecen nuestra historia, narraciones orales fascinantes para chicos y grandes. Historias que lamentablemente hemos dejado de ver y escuchar por considerarlas insulsas, de poco valor tanto social como político. Ahí estamos fallando.
Adriana M. Hijuitl, forma parte de una de las primeras generaciones egresadas del entonces naciente Colegio de Arte Dramático de la BUAP. Hoy avecindada en Tlaxcala, ha apostado por llevar estas narraciones orales a las escuelas y espacios públicos para difundir más nuestra cultura, sobre todo, la prehispánica con su propia firma: Kiwi Producciones.
Tuve la oportunidad de ver su trabajo “Leyendeando con Petra”, un trabajo itinerante y que lo está llevando a diferentes lugares de la región Puebla-Tlaxcala (y claro, a dónde la inviten); aquella propuesta será, para los expresionistas o buscadores de “lo nuevo”, algo sin importancia, pero para mí el espectáculo refleja algo que muy pocos hacedores
se atreven a hacer en la actualidad: una obra fina, cálida, blanca, de unión, valores y
sana diversión. Así, tal cual. Sin signos ocultos, sin mensajes políticos o sociales intrincados, sin evidenciar nada de nadie, porque… ¿para qué aquí y ahora? También
hace falta restituirnos.
Tal sólo con la herramienta de su cuerpo y simples objetos Adriana nos transporta a la época prehispánica, con los volcanes de fondo; a la Revolución con todo y bandidos y a un pasado mexicano que nos evoca que los tiempos de antes siempre fueron mejores si sabías dónde mirar.
“Leyendeando con Petra”, es un trabajo de narraciones orales, cuenta-cuentos y teatro repleto de dinamismo, consejos y trabajo corporal demostrando así que una sola persona puede lograr mucho en escena con casi nada a su lado, sólo un entusiasmo del 100% y un público dispuesto.
Adriana M. Hijuitl no le da al público lo que quiera ver en una obra familiar, le da lo que necesita mirar para recordar que hay cosas por las que aún vale la pena apostarle a nuestro querido México. No podría describir la fascinación y gusto que me dio poder ver este trabajo en escena y lo mucho que recomiendo a todos las personas a buscar este tipo de obras en la cartelera teatral. Además, hago un llamado a las compañías escénicas para que apuesten por realizar más trabajos familiares originales. Sin duda la escena local lo agradecería.
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