No hace falta viajar mucho para disfrutar de buen teatro. Por supuesto, sólo debes saber dónde buscar y estar atento a las redes sociales. Muchas veces un espacio escénico está más cerca de uno de lo que se imagina.
Hace unos días, fui a una presentación especial que se realizó cerca de donde yo vivo. La obra que se presentó fue DIVORCIADAS, EVANGÉLICAS Y VEGETARIANAS, texto de la pluma de
un versado en los menesteres de la dramaturgia: Gustavo Ott. Se presentó dentro de las instalaciones del Centro Vacacional Atlixco-Metepec, perteneciente al IMSS, espacio en el cual
ha habido teatro desde la década de 1980, lo cual hace más sorprendente, por no decir triste, cuando la gente hace comentarios como: “¿a poco ahí hacen teatro?”
En efecto, el teatro está presente. Decidí ir a ver esta puesta en escena de la mano de Teatro “Atrastiempo”, que dirige José Emilio de Córdova. El viaje valió la pena ya que mi encuentro fue con una obra cómica bastante actual y que juega a veces con un poco de humor negro y con la sexualidad de la mujer que muy presionada está actualmente.
La obra nos habla de tres mujeres con caracteres tan disímiles entre ellas como lo sería una divorciada, una evangélica y una vegetariana, de ahí el nombre de la obra. El autor sabe explotar bien estas características.
La dirección es muy buena, ya que el trazo y los movimientos de las actrices están muy bien cuidados. La fluidez del diálogo está tan bien hecha que hasta cuando las actrices deben interrumpirse en escena se siente natural, incluso mejora el humor de la obra. La obra funciona bien para la realidad latinoamericana y tanto se podría entender en México como en Argentina, Colombia o Panamá, claro adaptando ciertas palabras. Se nota la disciplina de mano del director que sabe imprimir su propio sello personal en el desempeño de las actrices.
Y por cierto, las tres actrices que participaron en esta función, fueron un deleite para el público. Un equilibrio muy bien logrado, una selección perfectamente balanceada en el escenario. Cada una tiene su momento de gloria en la obra, además de que en muchas ocasiones cuando una está hablando, las otras dos refuerzan al personaje dándole foco en escena. Son como los tres mosqueteros, uno para todos y todos para uno. Buscando y reflexionando acerca de su desempeño actoral, dicho sea verdad, no pude encontrar nada punible. Para mi fue una bella representación. Katty Rodríguez, Fernanda Castillo y Liz Zumaya son los nombres de las actrices que se muestran en el cartel de la obra, sin embargo, apreciable lector, creo que uno de ellos no coincide con alguna de las actrices en la función que fui a ver. Sin embargo, y para mi vergüenza no podría asegurarlo. Abogó al perdón de la actriz si en esto fallo.
Pero se dice que ninguna obra teatral puede ser “perfecta”. Si hay algo que decir, fuera de elogios y felicitaciones, sería lo siguiente: la escenografía. Muy sobria. Prácticamente
inexistente. Si bien es cierto que actualmente ya los directores y compañías están
prescindiendo de ella (y cómo no, si cuesta mucho dinero crearla y transportarla) aquí se notó que nuestro grupo era foráneo (CDMX). Es muy costoso y complicado transportar, muebles y otros artilugios que quizá si aparezcan en las funciones en el lugar de origen. Pero cuando se viaja a lugares distantes uno solo puede llevar su talento. Ese no cuesta.
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